sábado, noviembre 06, 2004

Como llegué a ver a Morrissey (Primera parte)

Morrissey...

La historia parece un chiste. Pero puedo decir que el final valió la pena. (y la plata, xD)

Algún domingo de septiembre... Día de la procesión a la Vírgen del Carmen. Día que daban Amélie en Matucana 100. Eduardo decide ir con su madre a la procesión. Antes de ir, se pone a leer "El Mercurio". Confirma algo que le han comentado en días anteriores. Morrissey viene a Chile. Apenas lo puede creer.

Morrissey... Su mente febril trabaja en decenas de cosas que podrían suceder. Cómo siempre no más, en todo caso. Sin saber quien era, Eduardo ha crecido escuchando algunas de sus canciones en la radio. Aunque se acercó más a él cuando vio "Irish blood, English heart" una tarde en el Metro. Y, obvio, cuando le compró "You are the quarry" y se lo regaló.

Al volver de la procesión, hablaron sobre el recital. Obviamente los dos querían ir. Eduardo volvió a revisar el aviso; y se fijó en los medios de pago. Bendición; se podía recurrir a los organismos de pago que estaban a mano. Asegurada la cooperación financiera, salió Eduardo a la mañana siguiente. Te invito a verlo; yo te regalo la entrada. No. No quiero abusar de ti. (... )

Pasaban los días. Supuestamente la preventa se acababa. Pocos momentos para decidir. Las compro o no las compro. "Las". Condición paterna para ir a ver a Morrisey: NO VAS SOLO. La respuesta de la primera alternativa en la lista de acompañantes había sido negativa. Había que recurrir a la balanza: ¿Importaba más Morrissey, o importaba que fuera con ESA compañía? Minutos de pensadera durante una misa... Mamá, necesito pedirte un favor. ¿Qué? Necesito que me compres dos entradas para ir a ver a Morrissey; tú sabes que después te las pago. ¿Y con quién vas? Ahí veo, por último mi padre asumirá. Bueno. Resultado: Al final del día, Eduardo era poseedor de dos entradas en cancha para ir a ver a Morrissey.

Dos entradas. Una para él. La otra para... ¿Para quién?

Los días corrían presurosos hacia el 4 de noviembre. La lista no se movía, y no era demasiado amplia. Eduardo requería hallar a alguien con quién ir a ver a Morrissey, porque ya lo había decidido. Morrissey no vendría en quizás cuantos años más, y él POR NINGÚN MOTIVO se lo iba a perder. Estaba seguro que valdría la pena, y que debía ir a verlo.

No se decepcionó para nada.

Segunda parte de la historia, pronto.

Hasta pronto.

S.E., Mrcl. Eduardo Peñailillo Barra.
"Como la flor que se niega a marchitar."

No hay comentarios.: