domingo, diciembre 24, 2006

Un recorrido navideño.

Este año no se me ocurrió nada personal que escribir. Sin embargo, en mi ánimo de trotamundos pobre (y sin la suficiente valentía como para largarme sin un peso por los caminos) quise hacer un breve recorrido por esos lugares lejanos que me gustan para ver qué se dice de esta fecha especial, la Navidad, por aquellos lares. Aquí el resultado:

Pudiera sorprender que el presidente de una República Islámica envíe un mensaje de Navidad, sin embargo, oh sorpresa, sí lo hace. En parte de su texto Mahmud Ahmadineyad señala: "Creemos que el amado Jesucristo también aparecerá en cumplimiento de una promesa de todos los profetas, y que, mano a mano, el Prometido de las naciones traerá como regalo toda la belleza y la bondad para todo el género humano y para toda la tierra, y que en estos días nos acercamos un año más a ese glorioso día.
Además de conmemorar la natividad del profeta de la amistad y del amor, Jesucristo, y felicitar la llegada del nuevo año cristiano, le ruego a Dios, Clemente y Misericordioso, que traiga a todos, en especial a los cristianos de Irán y del mundo, felicidad y salud y que sea un año lleno de bendición, éxito y amor."


Por su parte el ánimo no es de los mejores en Belén, al parecer. La Oficina de Información Chileno-Palestina dice en su nota "Navidad bajo la ocupación en Belén": "Hablar de la Navidad es imposible sin hacer alguna referencia a Belén, el lugar donde nació Jesús. La misma ciudad que hoy se encuentra rodeada de asentamientos, un muro que divide a sus habitantes y cortada por puntos de control que no permiten el libre desplazamiento. Este año, como muchos otros, Belén desafía el cierre y el sitio, mientras los residentes tratan de celebrar Navidad a pesar de las dificultades causadas por las prácticas ilegales de la ocupación israelí.". Es que debe ser un poco complicado tener un ánimo de alegría en un país donde, como señala el Patriarca Latino de Jerusalén en su mensaje: "Navidad vuelve a llegar a Belén, este año, en las mismas circunstancias de muerte y frustración, con el muro y las barreras en la tierra y en los corazones. La «ocupación» y la privación de la libertad, por un lado, el miedo y la inseguridad, por otro, se mantienen. Gaza sigue siendo una gran prisión, un lugar de muerte y de internos disensos palestinos. Incluso niños han sido asesinados. Y, todos, incluida la comunidad internacional, permanecen impotentes para encontrar las verdaderas sendas de paz y de justicia."

Una interesante reseña de las costumbres navideñas en ese país hace el Servicio Hispánico de Radio Bulgaria, acotando, como la conducta que me llamó más la atención, que comen sólo vegetales en el día 24. (¿renunciaríamos los chilenos a nuestros suculentos trozos de carne?) Los que comprenden el inglés reirán además con el "Arma Secreta de Dresden", o cómo los yanquis son tan paranoicos que sospechan de un pastel de frutas navideño como arma biológica, según informa la redacción inglesa de la Deutsche Welle. En Serbia por su parte la Navidad espera para su mayoría ortodoxa, que al tener calendario juliano es más tarde que para los católicos de occidente. Sin embargo el Patriarca Pavle de la Iglesia Ortodoxa Serbia en su saludo a los católicos del rito Romano (Latino) deseó "que en el nuevo año haya menos inquietud y mas tranquilidad, menos odio y mas amor, menos discordia y mas concordia.", como apunta Radio Serbia Internacional. Por su parte llega hasta África el legado de una idea nacida en Roma: la comida de Navidad de la comunidad de San Edigio. Detalla la agencia Fides que "en Mozambique la Navidad se celebrará en más de 20 ciudades, en la que participarán niños de la calle, mendigos, leprosos, ciegos, familias pobres y muchos presos. En África la pobreza emerge con particular dureza en las cárceles, por ello, muchas comunidades africanas, en Mozambique, Guinea Conakry, Burkina Faso, no sólo visitan regularmente los presos, sino que en el día de Navidad preparan una comida que es para muchos el único verdadero almuerzo de todo el año."

Sin embargo quizás la noticia que más me sorprendió de todas las revisadas fue una originada en Inglaterra. Y es que, al parecer, como Zenit señala, en la isla ocurre que "«Lo que hoy se querría es una ‘Navidad sin Jesús’, una Navidad reducida a pura fiesta de disfrute y despreocupada»" ya que "Entre los signos que denotan esta guerra a la Navidad, «The Sun» señala que las casas comerciales están prohibiendo las decoraciones navideñas si ofenden a otras creencias; la Navidad ha sido rebautizada como Intervalo de Invierno, las tarjetas llevan la leyenda «Felices vacaciones» en lugar de «Felices Navidades»; las representaciones de Navidad son prohibidas si los no cristianos las encuentran ofensivas.". Por decir lo menos, extraño.


Feliz Navidad para todos los que pasen por aquí, que ojalá la puedan vivir en paz y sintiendo el amor y la esperanza que se nos regala en estas fechas.

Saludos,

S.E., Mrcl. Eduardo Peñailillo B.

martes, diciembre 12, 2006

Se murió.

10 de diciembre. Era un domingo más. Desperté tarde, pues me acosté bastante tarde hablando y escuchando canciones. De todos modos, alcanzamos a llegar a la misa de doce, que tuvo bastante concurrencia, como siempre. El calor, el típico del de un domingo de diciembre, sofocando desde tempranos momentos del día. Lo único anormal fue que mi tía, por vez primera, pudo comprar empanadas a la salida de misa. (El público suele agotarlas rápidamente)

Fuimos a almorzar a casa de mi abuela Guille, como solemos hacerlo muchos domingos. La sensación de sofoco era la misma que suele sentirse todos los días de calor en esa casa. El almuerzo, como siempre, constó de dos platos, y en la TV había puesta una serial, como para pasar la hora y el día. Mientras comíamos "el segundo", una llamada. Mi abuela, discretamente pero no tanto, se preguntaba cómo a mi tía, su hija, se le ocurría llamar a esa hora. Esa llamada portaba las noticias que el ineficiente RED TV no fue capaz de dar al momento.

La llamada causó que cambiáramos la TV. Que decía que Augusto Pinochet había muerto. Al parecer, nadie de los cinco que estábamos en la mesa le tomamos el peso al asunto de inmediato. Ni ningún gran peso posteriormente. Veíamos las imágenes y escuchábamos las palabras. Pero no hubo ninguna gran explosión, ninguna expresión de gran emotividad. Mi tía María se fue a dormir. Desconozco si hará lo que decía el viernes: que se tomaría una semana luego del hecho. Yo, mi madre, mi tía abuela y mi citada abuela nos quedamos a la mesa, viendo la televisión, y hablando, pero no mucho. Intentamos ubicar a mi otra abuela, sin éxito. Después yo sabría por qué.

Se había muerto. Había razones para creer que mi tía abuela, que para 1973 era dirigente en su fábrica, logró llegar a duras penas a casa el 11, y luego pasó unos días detenida y perdió sus ahorros en las devaluaciones, podría festejar. Se puso contenta, pero dijo muy poco. Su hermana, que inexplicablemente (o sea, hay una sola explicación: el rencor hacia su hermana ya mencionada) se ha puesto más derechista con la edad, hizo pocos comentarios. Yo y mi madre lanzamos algunas tallas, pero dijimos poco. Y es que ambos coincidimos bastante en nuestras reacciones. No había motivo de salir a abrir champaña, como algunos. Pero tampoco ni una lágrima ni pena por alguien que no la merece.

Sí historia y recuerdo.

De vuelta a casa mi madre me contaba algo que yo desconocía. A mis abuelos paternos, que se mofaban de la muerte del tirano por teléfono, el 11 de septiembre del 73 sus vecinos les fueron a bailar en las afueras de su casa, por ser partidarios de Allende. Imagino, es una de las cosas que me gustaría sentenciar escribiendo historia, que a mucha gente le pasó lo mismo. No considero por ello que deba salir ahora a bailar frente a la casa de alguien. Pues la bajeza humana no es algo que deba compartirse. Los errores están para superarlos, no para imitarlos. Comprendo las sonrisas de aquellos que tuvieron muertos durante la dictadura/gobierno autoritario, los besos de los padres de los Vergara Toledo de Villa Francia (que reaccionó, más allá de las barricadas, con recuerdo y películas, y no como los pseudoanarquistas-"dejar la cagada" que, como decían en el fotolog de un amigo, deberían quemarse la raja, pues jetones como esos hacen que la gente pida a gritos gente como Pinochet.), pero yo no considero que haya habido nada que festejar. Se murió, como toda la gente muere; eso no es en si mismo una victoria. Lo único que demuestra es que no era "inmortal", como los carteles de sus incondicionales decían.

Además, ¿por qué alegrarse? Hoy he visto por televisión, por supuesto, extranjera (TV5 de Francia) una noticia que debería darnos vergüenza. Pues la Etiopía de la que nos acordamos con lástima y sorna por sus niñitos hambrientos, la Etiopía en la cual hasta hoy un viaje dentro del país podría demorar meses, que apenas tiene una línea de ferrocarril; esa Etiopía ha conseguido condenar a su dictador Mengistu, de inspiración marxista, por genocidio, muertes muchas de las cuales cometidas contra eritreos, que ahora, como nación independiente, son azuzados por su gobierno contra Etiopía. Ellos lo hicieron, después de 10 años, con calles de tierra. ¿Y acá? Se equivoca el señor Libedinsky, que me parece respetable, cuando dice que el Poder Judicial chileno hizo todo lo que pudo. La Alta Corte Federal de Etiopía hoy, en un sabio acto de la vida, acaba de hacer tabla rasa con sus palabras.

Lástima no se merece. ¿Lástima a alguien que lo tuvo todo, que aprovechó todo? Uno de los que fuera mis profesores lleva días esperando una cama para operarse de un tumor. Este individuo tenía una ambulancia y una cama en un hospital aseguradas para lo que le ocurriera. En la balanza, mi profesor merecería mucho más ser atendido por un médico, a mi parecer. Cuando estuvo preso, tuvo abogados, el mejor abogado de este país en realidad (en términos meramente jurídicos). Sin hacer nada vivió mejor que los que viven bajo los puentes, que los que cosechan zanahorias en las noches de invierno, que los pirquineros, que casi toda esta nación. ¿Qué lástima debería tenerle? No, ninguna.

Tampoco pediré por su alma. Me referiré aquí a un punto que me resulta doloroso. Es que estoy profundamente decepcionado de la reacción de la iglesia a la que adscribo, la Iglesia Católica, ante estos episodios. No porque hayan ido a hacerle misas y responsos, pues eso cabe para todo católico en la hora de la muerte, desde el que ha asesinado hasta el bebé que muere a los días. Sino que de otras palabras, innecesarias. Que el cardenal arzobispo de Santiago, Francisco Javier Errázuriz, haya señalado que "[Pinochet] sintió el deber de asumir el mando supremo de la Nación" y "En esta hora le agradecemos a Dios todas las cualidades que le dio y todo el bien que hizo a nuestra Patria" me parece poco menos que una traición a la memoria de sus antecesores Raúl Silva Henríquez y Juan Francisco Fresno. Pues si bien en su momento el cardenal Silva Henríquez dio un apoyo limitado al Golpe, denunciando también los aspectos que le parecían ilegítimos; a la luz de lo que sabemos actualmente no podemos decir que Pinochet haya "sentido el deber". Fue un oportunista, un sobreviviente, un tipo que dijo "si no lo hago yo otros pasarán por sobre mi". No me parece que lo haya movido una conciencia patriótica. Y desconozco qué deberíamos agradecerle, pues sus antecesores ya mencionados denunciaron públicamente todo el mal causado por su gobierno, y eso no estuvo presente en las palabras de la autoridad eclesiástica de Santiago. Si no iba a mencionar esta arista, no veo por qué mencionó la otra. Y lo del supuesto deber pudo ser obviado. Por otro lado de parte de la Iglesia, la misma que habló de "cultura de muerte" durante su mandato, no leí ninguna reacción que me parezca en relación con ello, salvo quizás la del antiguo Vicario para los Trabajadores, monseñor Baeza. La más notable de las reacciones de la Iglesia tuvo que venir de... Paraguay. Y es que el obispo Melanio Medina "consideró que el ex dictador Augusto Pinochet, fallecido el domingo, tendrá 'un veredicto inapelable de Dios' al no responder en vida por los crímenes perpetrados durante su régimen." (Radio Cooperativa, 11-12-06). Como creyente, y también con él como creyente en la misma fe, esa certeza me tranquiliza, pues se sabe que no es Dios quien condena, sino los hombres, y "de los arrepentidos es el reino de los cielos", pero el cielo no se abrirá en júbilo para alguien que, al menos dentro de lo que sabemos, nunca fue capaz de decir "perdón" ni de tener "un gesto de grandeza"; gesto que, como me recordaba hoy mi abuelo, salvó la figura de O'Higgins para la posteridad, pues éste fue capaz de decir "aquí está mi pecho" y retirarse. Pinochet no siguió en el poder porque Merino, Matthei y Stange no lo respaldaron.

Da para ver paradojas y reacciones inexplicables este hecho, una de ellas es la de Matthei. Pudiendo pasar a la historia como el hombre que dijo "tengo claro que ganó el No, pero estamos tranquilos", ahora se le ocurre tildar al mismo que quería hacerle firmar poderes especiales de "un gigante". Quiero creer que este de verdad tiene demencia, pero no lo sé, especialmente considerando que aceptó quedarse al mando de la Fuerza Aérea cuando Leigh, que podrá haber sido muy fascista pero al toda la vida se mantuvo en un camino claro, a mi parecer, fue "echado" por Pinochet. En un aparte quiero respaldar a Belisario Velasco, criticable por muchas cosas, pero en este asunto el único tipo con cojones (salvo quizás la ministra Blanlot... Y bueno, en este caso, Bachelet estaba de manos atadas, lo sabemos) de este Gobierno, pues dijo la verdad, Pinochet no es un héroe, no es el salvador de la Patria, pero tampoco Satanás encarnado. Es lo que es, un dictador más, un tirano, y una creatura de la historia y una sociedad que tampoco asumen haberle dado espacio. (Ravinet puede meterse su "mal gusto" donde le quepa; lo suyo es, como dijo el dignísimo senador Ruíz Esquide, "inaceptable".)

Pues un hombre como él no nació por voluntad propia, sino ante una oportunidad abierta. Abierta, como señala hoy "La Nación", que me parece que ha tenido una gran reacción tanto el lunes como el martes en sus ediciones, porque en su momento nadie (ni derecha, ni izquierda, ni decé, ni pueblo. Hago dos posibles excepciones, que son las que creo conocer: Carlos Prats y Raúl Silva Henríquez) tuvo demasiado compromiso con la democracia, con la justicia, con el respeto por los otros... Pues la voluntad de "hacer la revolución" o "acabar con el marxismo" estaba por sobre todo. Incluso ante el matar. Y Pinochet, y sus colaboradores, y todos aquellos que incitaron la violencia, del bando que sean, saben y sabemos que "no matarás". Las manos están manchadas con sangre en el caso de muchos, y de pocos se ha oído la palabra que sí se oyó de un hombre al que muchos criticarán por "haberse dado vuelta la chaqueta" o por "golpista", pero que al menos reconoció su error, como es el pifiado durante el funeral: Patricio Aylwin Azócar.

La vida, Dios para los que creemos, es más sabia que todos nosotros juntos... Pinochet murió fracasado, a pesar de los vítores de sus partidarios. Por su mente debe haber pasado una muerte como la de Franco, al que dudo que se le destruya algún día su Valle de los Caídos. Este va a tener que quedarse en una ánfora, en una casa, que quizás algún día alguien robe o venda. A Franco (recordemos además que el gobierno español prefirió echar a Pinochet para recibir a las otras altas personalidades) lo despidieron dignatarios de toda Europa. A este, sus seguidores de opereta y el Ejército, que no hizo más que cumplir con un deber que me parece un "cacho" para esta institución. Morirá además ignorado, sin mucha pena ni mucha gloria, pues mañana el país vibrará con Colo Colo, que si gana dará paso a un país blanco el jueves, o a una depresión general, pero borrará su noticia de las mentes, y luego la Navidad, el Año Nuevo, los fuegos artificiales, el verano y los culos en directo desde las playas, y la vida seguirá. No se morirá nadie ni se acabará el mundo con su muerte.

La vida... Es paradójico, pues el mismo día en que "estiró la pata" recibí la noticia de que tengo una hermana, que nació una personita indefensa que lleva mi mismo primer apellido. Y que espero que, a pesar de que no nace bajo los mejores augurios, sea un signo de esperanza. De esperanza que las cosas sean distintas. Pues no puedo sino concordar, al mirar y al vivir en este país, lo dicho por el escritor Darío Oses ayer en "La Nación": que "la larga noche del general volverá a extenderse sobre nuestra patria". Pues no se ha reconocido que le dimos espacio a su capa. Podríamos volver a hacerlo.

Sin embargo, quisiera despedirme con una luz de esperanza. Se murió. Al fin, tenía que ocurrir. Que su nombre y sus actos nos queden en la memoria sólo para asociarlo con dos palabras: Nunca más.


Saludos,

S.E., Mrcl. Eduardo Peñailillo B.