miércoles, mayo 31, 2006

¿Cómo hemos cambiado?

Cómo cambian las cosas, ¿no? Aunque hay cosas que parecen no cambiar todavía (lea el artículo anterior), otras sí. Para muestra, un botón.

(Aunque, terminado el artículo, me asalta la duda de si han cambiado, o en realidad las cosas no han cambiado nada, sólo cambió el lado en que se pusieron. Abierta queda la pregunta.)

Hoy:

"La Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios dio plazo hasta este viernes para que el Gobierno acoja las demandas del sector, ya que de lo contrario convocarán a un nuevo paro nacional para el próximo lunes."

SANTIAGO.- El vocero del Ejecutivo, Ricardo Lagos Weber, rechazó el ultimátum dado por los estudiantes al Gobierno para responder a sus demandas.Tras asistir a la reunión del comité político en La Moneda encabezado por la Presidenta Michelle Bachelet, Lagos Weber, dijo que "La Moneda no opera bajo la condición de un ultimátum" de fecha límite a las conversaciones."El Gobierno lo que hace es escuchar, conversar y luego tomar decisiones y a ésto nos vamos a atener", dijo Lagos.
(El Mercurio en Internet, 31 de mayo de 2006)


Ayer: (cuando ni soñaban ser gobierno)

"Dos días después, la Alianza Democrática se reunió para considerar las afirmaciones de Pinochet. En reemplazo de (Gabriel) Valdés, que había viajado a Caracas, emitió la declaración el nuevo presidente, Hugo Zepeda: exigía del gobierno una respuesta "inmediata y clara" a la minuta entregada. Sin ello, debería dar por deshauciado el diálogo.

No hubo respuesta."

(A. Cavallo, M. Salazar y O. Sepúlveda; La Historia Oculta del Régimen Militar, p. 580)
"Cómo hemos cambiado", decía Presuntos Implicados.
Saludos,
S.E., Mrcl. Eduardo Peñailillo B.

¿Por qué no salimos un año después?

Hace un rato atrás, mi ahora dormida madre me comentaba que, de estar mi generación en estas circunstancias, yo estaría junto a Sandoval y Sanhueza moviéndome dentro del Instituto Nacional. Ante mi pensamiento de que quizás yo no estaría en una toma (de hecho, no se me pasó por la mente quedarme en la del año pasado), se me ocurrió que mis padres me hubieran ordenado ir a ella. xD (Quienes me conocen más saben que mis padres serían capaces de "proponer" algo así y enviarme a la toma, así como otras veces me han "sugerido" ir a protestar y otros asuntos.)

En todo caso, creo que hasta yo habría entrado a una toma si estuviera aún visitendo el vestón bajo el abrigo, como en tantos días de invierno.

Y aquí me disculparán, estimados lectores y estimadas lectoras, que me dirija especialmente a aquellos que el 2005 lagrimeamos en nuestras licenciaturas y cenas de gala.

¡No se atrevan a discutirme que se nos queman las manos, que nos carcomen las ganas de ser aún pingüinos y estar embarcados en este movimiento que nos ha remecido a todos!

Ante algo que la prensa se ha visto obligada de catalogar como "gesta" y "corajudo", que por todos es visto como un movimiento justo, que causa simpatía y apoyo desde los profes hasta el lustrabotas, de un movimiento que nos causa orgullo y admiración; porque eso es lo que me pasa a mi cuando paso fuera de un colegio, cuando vi a mi señorita novia escalar el muro de su liceo... No puede sino remecerse el espíritu, agitarse el ánimo, elevarse una sonrisa, y todos esos afectos acumulados en el pecho pensar y hasta desear en estar allí, en formar parte de esto aunque fuera barriendo el Patio de Honor. Ciertamente que desde nuestra posición de universitarios algo hacemos (creo) y también nos mostramos "en apoyo de". Pero no es lo mismo.

En estas noches frías, seguro que por nuestros sueños ha pasado la pregunta de "¿Por qué no salimos un año después?" No estaríamos preocupados (todavía) de la siguiente cuota o del crédito de la universidad, seguiríamos poniéndonos corbatas al cuello, y seguramente estaríamos comiendo tallarines todos estos días, pero los tallarines nos sabrían a gloria, porque pucha que sonreiríamos de tener la oportunidad de retroceder el reloj 365 días.

(Y hablando de tallarines, seguro que Carozzi y Lucchetti tendrán que hacer mucha publicidad para reencantar a un público que se va a hartar de las pastas. Pero eso es harina de otro costal.)


Saludos,

S.E., Mrcl. Eduardo Peñailillo B.

martes, mayo 30, 2006

¿Quién controla a los destinados a mantener el control?

¿Recuerda usted, estimado lector, el episodio del desalojo a la antigua sede del Partido Comunista, la de calle San Pablo, donde la fallecida Gladys Marín terminó como "perro mojado" y con los pantalones rotos? Ese episodio se me viene a la mente a la luz del accionar de las Fuerzas Especiales de Carabineros EN SANTIAGO (aclaro ese punto... más allá de los sucesos en regiones; donde la mayoría de los actos se desarrolló en paz, y en los momentos de intervenir sí hubo incidentes que justificaran alguna intervención) en el día que acaba de terminar.

Hagamos un breve recuento de los hechos conocidos hoy, los que están más claros. Por la mañana, arremetida de carros lanzaaguas y fuerzas policiales en la zona del Liceo de Aplicación, donde hace días se han congregado estudiantes secundarios en paz, y hoy no era la excepción. En Maipú, por enésimo día, Carabineros detenía a los secundarios de la comuna del abrazo en el paradero 7, pero esta vez contraviniendo tanto las normas mínimas que justifican detener a alguien (caso de las subidas a buses para detener estudiantes que trataban de llegar al centro con el acto tan simple de tomar micro), como contraviniendo normas jurídicas básicas, ingresando a propiedades para detener estudiantes, cosa que, como es sabida por la mayoría, sólo se puede hacer con la autorización del propietario.

Más tarde, bajo la justificación de la "no autorización" (señor Andrés Zaldivar, ¿recuerda usted cuando la policía le disolvía sus mitines "no autorizados"?), disolución violentísima de manifestaciones de caracter más bien pacífico en la zona céntrica. Los incidentes posteriores sí que ameritaban una intervención firme. Y sin embargo, Carabineros, las mismas Fuerzas Especiales, se vieron absolutamente sobrepasadas e incapaces de mantener un mínimo de orden en las afueras de la Biblioteca Nacional, calma que, estoy seguro, sólo volvió cuando los manifestantes que tomaron lo que encontraron para hacer barricadas, cargar contra los vehículos policiales, y arrasar con la señalética; se acordaron de que tenían hambre y se fueron a casa a por un emparedado. Si no es por eso, seguiría el centro bajo el ruido de sirenas inútiles.

Pero sí fueron capaces, y mucho, de una brutalidad absoluta pateando periodistas (con todo lo que podamos discutirle a la profesión aquella, señor Sandoval), como en los viejos tiempos. Y lo supo todo el país. (Y ojalá también el mundo exterior... Sobre este tema, no me queda si no rescatar las reacciones firmes tanto de N. Mosciatti en Radio Bio Bío, como de A. Guiller en Chilevisión) Para eso sí hay fuerza, hay capacidad, y hay voluntad. No para llevarse a la comisaría siquiera a un encapuchado. (Eso, en el caso de que no ocurra, como se ha deslizado la tesis, que hay fuerzas policiales actuando infiltradas en las manifestaciones, precisamente como violentistas. Caso en el cual todo tiene explicación: ¿Cómo se van a llevar detenidos a sus propios compañeros?)

Entonces es legítimo preguntarse varias cosas.

En primer lugar, ¿qué tan efectivas resultan nuestras fuerzas policiales? Porque si han sido incapaces, INCAPACES, de restablecer el orden ante grupos de encapuchados, en la misma cuadra, al menos dos veces en un mes; Dios me libre de ponerme al resguardo de esa policía. Como mínimo, son lo suficientemente poco inteligentes como para tropezar dos veces en la misma piedra.

En segundo lugar, ¿qué control se tiene de estas fuerzas? Me imagino que no salen por si mismas a la calle, que hay una orden que se da en ese sentido. Y cuando se les saca, ¿hay un verdadero control de su accionar? No es la primera vez que estos excesos se producen. No es la primera vez que vemos violencia flagrante de estas fuerzas, ni es la primera vez que se señala que andan dopados por las calles. ¿Se les controla realmente? ¿Hay una capacidad de detenerlos cuando se les saca a la calle, o son una especie de fanáticos a los cuales cuando se les activa hay que esperar a que se les acabe la cuerda?

¿Y qué control son capaces de mantener estas fuerzas? Porque claro, son bastante efectivas como para mojar mnanifestantes pacíficos y llenar de tóxicos nuestro ya contaminado aire. Sin embargo, no hacen retroceder ni a un par de pelagatos lanzando piedras. Ese simple hecho ya muestra su escasa efectividad para el que supuestamente es su objetivo: Actuar en situaciones de emergencia, de violencia descontrolada, para reestablecer el orden con prontitud. (Si alguien le llama prontitud a que sólo después de 5 horas hayan cesado los disturbios en la Biblioteca Nacional, tiene un poco errado su concepto de "tiempo")

Pero, estimado lector, no se quede usted en el simplismo y descargue su rabia única y exclusivamente con el paco vestido de "Tortuga Ninja" que vea mañana. Yo haré un esfuerzo en creer en su sagacidad e inteligencia, y le llamo a ir un poco más allá.

¿El Alto Mando de Carabineros es capaz de controlar a sus Fuerzas Especiales? El generalato ha dicho que no tolerarán excesos de este tipo, sin embargo, los tenemos aquí una vez más. Insisto, ¿tienen un real control sobre las que debieran ser sus fuerzas de elite?

¿El Intendente de la Región Metropolitana tiene una verdadera coordinación, una verdadera capacidad de encauzar o de al menos saber hacia dónde va el actuar de Carabineros? Más allá de que se llame Barrueto o Trivelli. Porque si llama a la fuerza policial a reestablecer el orden en la ciudad, suponemos que sabrá de qué manera esto se llevará a cabo.

¿El Ministro del Interior, quien se supone debería ser la autoridad máxima en estos asuntos, tiene un real control sobre las Fuerzas Especiales y Carabineros? ¿Tiene el verdadero poder de hacer que se cumplan sus órdenes y no haya excesos en el actuar real?

Porque después de lo de hoy sólo me quedan dos lecturas:

O hay un real control de las fuerzas, y entonces, son estos responsables los responsables (valga la redundancia) de estos excesos, de estas ilegalidades, y por lo cual lo menos que cabría de esperar de ellos es que respondieran por sus actos reñidos a la ley...

O no son capaces de controlar a esta parte de nuestra policía, se les va de las manos el actuar en estas situaciones, y son unos pelotudos por dejarse pasar a llevar.

Y ambas situaciones son una vergüenza y un peligro.


Saludos,

S.E., Mrcl. Eduardo Peñailillo B.


P.S.: (31-05-2006) Parece que el General Bernales anduvo leyendo este blog. PLR para el prefecto y el subprefecto de Fuerzas Especiales, dependiente de la Zona Metropolitana Oeste de Carabineros de Chile. En todo caso, ellos son sólo la punta del iceberg de problemáticas que subyacen bajo estos hechos. No se deje engañar.)

jueves, mayo 18, 2006

Yo quiero Plaza de Armas.

Una tarde nublada en Santiago...

Conchalí, el lugar donde vivo, no tiene Plaza de Armas, al igual que la mayoría de las comunas de Santiago. Por idea de algún "iluminado" del municipio se ha estado construyendo una "Plaza Cívica" (muy ad-hoc con nuestros tiempos de "gobierno ciudadano" y "sociedad civil"... Palabras, palabras, apalbras; como decía la canción.) en una esquina donde antes había una plaza común y corriente en la cual además se ubicaba una sede del Club de Leones (sí, esa organización que le da lentes a bajo precio o gratis a los viejitos... Sinceramente no sé qué otro atributo rescatarle, ya que no conozco la organización) y creo que además estaba la biblioteca municipal. Muy en el estilo actual, la mayor parte de la plaza es cemento y baldosa, en detrimento de los árboles y el pasto, cual paseo peatonal, como queriendo reflotar el "Paseo La Cañadilla" que se realizó entre la Municipalidad y la intersección de las Avenidas Independencia y Dorsal.

Esa clase de plazas no me gustan.

Quienes hayan asistido a la celebración de mi cumpleaños número 18 recordarán que frente a la casa de mi abuela había una plaza, elogiada por todos ustedes, en la que pudieron ver largas hileras de ladrillos a modo de bancas, algunos juegos, pasto a medio cuidar, y maicillo en el resto del terreno, porque hubo dinero para cubrir la tierra; pero a una plaza escondida no se le pone pavimento. Si bien viví años frente a esa plaza, mi relación con esas plazas de población tampoco es tan perfecta. (Y no sólo porque en uno de sus costados me haya mordido un perro.)

A mi me gustan las Plazas de Armas.

Pensando en mi último paseo solitario (mi madre me ha dicho que no viaje solo, pero yo, más que el ser desobediente, necesito mis paseos en soledad, y a veces que sean fuera de los límites de las líneas de Metro) reflexionaba acerca de los viajes que he podido acometer en mi existencia, más allá de que nunca haya salido del país y todo eso. Y por supuesto, en aquella salida mía terminé en una Plaza de Armas: la de Buin. Y hoy sacaba la cuenta de cuántas conozco. Dentro de los límites de la ciudad de Santiago, sólo la de la propia ciudad, que no quedó
muy bien luego de su última renovación (por no decir que apenas parece plaza) y llena de bullicio como Santiago es, donde quizás su única ventaja es poder observar a los fotógrafos que sobreviven con un "ponys" artificiales quién sabe cómo (y estoy casi seguro que los disfrazan de Renos en Navidad) y a uno que otro predicador evangélico.


Quilicura, San Bernardo y Puente Alto, que no hasta hace mucho eran localidades separadas de Santiago, tienen sus Plazas de Armas. La de Quilicura tiene mala reputación. La de Puente Alto es un desastre aún peor que la de Santiago; un desierto urbano luego de la construcción de la Línea 4 del Metro, que destrozó a una plaza que, por mis vagos recuerdos, no era una mala plaza. Clara condición del cambio de "ciudad de provincia" a "ciudad dormitorio". La que no he mencionado hasta ahora, y quizás la que más se conserva como una Plaza de Armas típica, es la de San Bernardo, lugar que aún conserva algo de ese ritmo lento y esa organización provinciana que tienen las Plazas de Armas, sin que la presencia de un supermercado "San Francisco" afecte mucho aquello. Es la que me más me gusta de las tres.

Puerto Montt tiene una Plaza de Armas a medio camino entre las "encementadas" y las "típicas", pero al menos esa quedó bien, a pesar de tener los espacios de pasto ausentes, pero la vista del mar la favorece, y el frío. La Serena tiene una Plaza de Armas que se ve inmensa, y que está en extremo limpia (con decir que sólo hallé un par de colillas de cigarros, y ningún boleto de micro... En realidad, no encontré ningún boleto de micro en toda la ciudad.), a lo que además ayuda el aspecto colonial - neocolonial que ofrece buena parte de los edificios que la rodean. A la de Concepción la ví mientras estaban trabajando en ella. Y en la de Temuco era de noche, pero tenía muchas estatuas y una especie de museo o galería que me llamaron la atención.

Son entonces las de las localidades cercanas a Santiago las que más me llaman la atención. Dejando de lado a la ya mencionada de San Bernardo (que además tuve la posilibidad de ver desde las alturas, gracias a Felipe Zaldivia ), conozco la de Lampa, una plaza en la que por entonces había una feria deprimida, y la cual era concurrida aquel domingo por sus jóvenes (al aprecer, no había panorama mejor en el lugar que sentarse en el pasto de la plaza y conversar) y sus "canutos" que marchaban cantando por las calles; la de Talagante, que tiene la particularidad de ser redonda, y a la cual miro con mucho cariño (en la cual, además, han ocurrido accidentes estrambóticos que han sido aún más espectaculares producto de esa configuración de la plaza); la de Melipilla, sí, la misma donde colocan un letrero de Deportes Melipilla anunciando el partido que jugará el club; y la mencionada ya de Buin, en la cual un señor había instalado un vivero en un costado de la plaza, y en la que me senté a degustar un pastel de manzana mientras leía una fotocopia tan vieja como los años en que mi padre no se veía al borde del infarto producto de las bombas lacrimógenas.

¿Qué tienen las Plazas de Armas? Tanta descripción y aún no respondo la pregunta. Por ser lo que son, y también por cómo están hechas (es cosa de fijarse que en la gran mayoría de ellas sus "senderos peatonales" confluyen en un centro), son elementos confluyentes. Todo (y todos) parecen pasar por ella; la vida pareciera transcurrir entre niños que las recorren en bicicletas con rueditas, abuelos que no tienen nada mejor que hacer que irse a sentar en ellas, vendedores de carritos que apuestan a venderle tanto a paseantes como sentados, y uno que otro visitante desconocido que cree que sentándose en una de sus bancas de color generalmente verde oscuro lo va a comprender todo, o al menos va aencontrar una respuesta, de una simple mirada desde su puesto de avanzada a todo lo que transcurre. Porque a veces no hay cosa mejor que rodearlas, rodear sus baldosas interminables que cubren los costados, y sentir que todo es un camino que avanza tanto como retrocede, que se parece y es distinto a la vez.

Mirar a su alrededor la Municipalidad y la Gobernación; la iglesia siempre en un costado con su cruz elevada vigilando un lugar que la mayor parte del tiempo no tiene edificios altos que le compitan en alcanzar el cielo. En más de una, oh idea afortunada, un colegio donde los muchachitos y muchachitas saldrán a eso de las cinco de la tarde a correr y a gritar, y a gastar su dinero en comprar papas fritas aceitosas ante las cuales no les importará que los modales digan que no hay que hablar con la boca llena; y todo ello estará bien. Los colectivos pasando por el costado esperando llevar a sus pasajeros cansados de bucolismo. Los árboles mirándolo todo pasar, cómo siempre lo han hecho; comentándolo como lo hacen y hasta el día de hoy nadie se ha percatado de ello, porque le damos más importancia a la sombra que permite caer sobre el pasto o sobre una banca y sentir que el mundo se detiene en el lugar donde todo parece ir, donde todo parece venir; en lugares donde el eterno flujo es quizás lo que menos importa, y hasta se agradece que los buses deban circular (en algunos casos) una cuadra más allá.

Yo quiero Plaza de Armas.


Saludos,

S.E., Mrcl. Eduardo Peñailillo B.