martes, mayo 30, 2006

¿Quién controla a los destinados a mantener el control?

¿Recuerda usted, estimado lector, el episodio del desalojo a la antigua sede del Partido Comunista, la de calle San Pablo, donde la fallecida Gladys Marín terminó como "perro mojado" y con los pantalones rotos? Ese episodio se me viene a la mente a la luz del accionar de las Fuerzas Especiales de Carabineros EN SANTIAGO (aclaro ese punto... más allá de los sucesos en regiones; donde la mayoría de los actos se desarrolló en paz, y en los momentos de intervenir sí hubo incidentes que justificaran alguna intervención) en el día que acaba de terminar.

Hagamos un breve recuento de los hechos conocidos hoy, los que están más claros. Por la mañana, arremetida de carros lanzaaguas y fuerzas policiales en la zona del Liceo de Aplicación, donde hace días se han congregado estudiantes secundarios en paz, y hoy no era la excepción. En Maipú, por enésimo día, Carabineros detenía a los secundarios de la comuna del abrazo en el paradero 7, pero esta vez contraviniendo tanto las normas mínimas que justifican detener a alguien (caso de las subidas a buses para detener estudiantes que trataban de llegar al centro con el acto tan simple de tomar micro), como contraviniendo normas jurídicas básicas, ingresando a propiedades para detener estudiantes, cosa que, como es sabida por la mayoría, sólo se puede hacer con la autorización del propietario.

Más tarde, bajo la justificación de la "no autorización" (señor Andrés Zaldivar, ¿recuerda usted cuando la policía le disolvía sus mitines "no autorizados"?), disolución violentísima de manifestaciones de caracter más bien pacífico en la zona céntrica. Los incidentes posteriores sí que ameritaban una intervención firme. Y sin embargo, Carabineros, las mismas Fuerzas Especiales, se vieron absolutamente sobrepasadas e incapaces de mantener un mínimo de orden en las afueras de la Biblioteca Nacional, calma que, estoy seguro, sólo volvió cuando los manifestantes que tomaron lo que encontraron para hacer barricadas, cargar contra los vehículos policiales, y arrasar con la señalética; se acordaron de que tenían hambre y se fueron a casa a por un emparedado. Si no es por eso, seguiría el centro bajo el ruido de sirenas inútiles.

Pero sí fueron capaces, y mucho, de una brutalidad absoluta pateando periodistas (con todo lo que podamos discutirle a la profesión aquella, señor Sandoval), como en los viejos tiempos. Y lo supo todo el país. (Y ojalá también el mundo exterior... Sobre este tema, no me queda si no rescatar las reacciones firmes tanto de N. Mosciatti en Radio Bio Bío, como de A. Guiller en Chilevisión) Para eso sí hay fuerza, hay capacidad, y hay voluntad. No para llevarse a la comisaría siquiera a un encapuchado. (Eso, en el caso de que no ocurra, como se ha deslizado la tesis, que hay fuerzas policiales actuando infiltradas en las manifestaciones, precisamente como violentistas. Caso en el cual todo tiene explicación: ¿Cómo se van a llevar detenidos a sus propios compañeros?)

Entonces es legítimo preguntarse varias cosas.

En primer lugar, ¿qué tan efectivas resultan nuestras fuerzas policiales? Porque si han sido incapaces, INCAPACES, de restablecer el orden ante grupos de encapuchados, en la misma cuadra, al menos dos veces en un mes; Dios me libre de ponerme al resguardo de esa policía. Como mínimo, son lo suficientemente poco inteligentes como para tropezar dos veces en la misma piedra.

En segundo lugar, ¿qué control se tiene de estas fuerzas? Me imagino que no salen por si mismas a la calle, que hay una orden que se da en ese sentido. Y cuando se les saca, ¿hay un verdadero control de su accionar? No es la primera vez que estos excesos se producen. No es la primera vez que vemos violencia flagrante de estas fuerzas, ni es la primera vez que se señala que andan dopados por las calles. ¿Se les controla realmente? ¿Hay una capacidad de detenerlos cuando se les saca a la calle, o son una especie de fanáticos a los cuales cuando se les activa hay que esperar a que se les acabe la cuerda?

¿Y qué control son capaces de mantener estas fuerzas? Porque claro, son bastante efectivas como para mojar mnanifestantes pacíficos y llenar de tóxicos nuestro ya contaminado aire. Sin embargo, no hacen retroceder ni a un par de pelagatos lanzando piedras. Ese simple hecho ya muestra su escasa efectividad para el que supuestamente es su objetivo: Actuar en situaciones de emergencia, de violencia descontrolada, para reestablecer el orden con prontitud. (Si alguien le llama prontitud a que sólo después de 5 horas hayan cesado los disturbios en la Biblioteca Nacional, tiene un poco errado su concepto de "tiempo")

Pero, estimado lector, no se quede usted en el simplismo y descargue su rabia única y exclusivamente con el paco vestido de "Tortuga Ninja" que vea mañana. Yo haré un esfuerzo en creer en su sagacidad e inteligencia, y le llamo a ir un poco más allá.

¿El Alto Mando de Carabineros es capaz de controlar a sus Fuerzas Especiales? El generalato ha dicho que no tolerarán excesos de este tipo, sin embargo, los tenemos aquí una vez más. Insisto, ¿tienen un real control sobre las que debieran ser sus fuerzas de elite?

¿El Intendente de la Región Metropolitana tiene una verdadera coordinación, una verdadera capacidad de encauzar o de al menos saber hacia dónde va el actuar de Carabineros? Más allá de que se llame Barrueto o Trivelli. Porque si llama a la fuerza policial a reestablecer el orden en la ciudad, suponemos que sabrá de qué manera esto se llevará a cabo.

¿El Ministro del Interior, quien se supone debería ser la autoridad máxima en estos asuntos, tiene un real control sobre las Fuerzas Especiales y Carabineros? ¿Tiene el verdadero poder de hacer que se cumplan sus órdenes y no haya excesos en el actuar real?

Porque después de lo de hoy sólo me quedan dos lecturas:

O hay un real control de las fuerzas, y entonces, son estos responsables los responsables (valga la redundancia) de estos excesos, de estas ilegalidades, y por lo cual lo menos que cabría de esperar de ellos es que respondieran por sus actos reñidos a la ley...

O no son capaces de controlar a esta parte de nuestra policía, se les va de las manos el actuar en estas situaciones, y son unos pelotudos por dejarse pasar a llevar.

Y ambas situaciones son una vergüenza y un peligro.


Saludos,

S.E., Mrcl. Eduardo Peñailillo B.


P.S.: (31-05-2006) Parece que el General Bernales anduvo leyendo este blog. PLR para el prefecto y el subprefecto de Fuerzas Especiales, dependiente de la Zona Metropolitana Oeste de Carabineros de Chile. En todo caso, ellos son sólo la punta del iceberg de problemáticas que subyacen bajo estos hechos. No se deje engañar.)

1 comentario:

Anónimo dijo...

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