sábado, agosto 06, 2005

"No podemos olvidarnos"

(A esto le llaman "escribir con la guata")

No podemos olvidarnos de la pobreza que vieron nuestros ojos cuando éramos menos de lo que seremos. No debemos olvidarnos de los artilugios que nos van a parecer ridículos cuando habitemos la tierra del futuro promisorio. El olvido será la forma más barata de vender nuestra alma; porque lo que nos rodeó es también lo que fuimos, y lo que somos.

No podemos olvidarnos de la abuela que pasó con el bastón en ristre apenas; del diario que que le poníamos a los zapatos cuando se mojaban; de la tierra con que jugamos cuando chicos. Porque aunque nuestra vejez estuviera libre de arrugas, tengamos auto para no empaparnos en la lluvia, y la infancia se nos quede atrás, lo que hemos sido es nuestra alma nuestra puta alma, nuestra maldita bendita alma. La única demostración que somos más que un código de barras.

No nos olvidemos de esa micro que se quedó en panne, y de la que nos reíremos pos oye en el futuro, teniendo en frente una mesa bien servida. Mil veces más pura será la sonrisa que pusimos en el rostro al ver que venía alguien conocido en el asiento de atrás, y nos fuimos conversando parados en el siguiente bus que se llenó.

Que los ojos de la muchacha a la que besamos sonrojados en una plaza no pesen menos que la silicona de las tetas de la modelo que nos tiraremos en el departamento del piso catorceavo, y que la torpeza de los labios de la chiquilla no la desprecien las técnicas del Kamasutra de la pantera rubia que pretende arrancarte hasta el último sorbo de orgasmo y el último billete de la billetera de cuero. Que no se nos olvide el ruido AM de la radio a pilas en el mundo del impecable sonido del disco compacto.

Porque todo va pasando muy rápido, y se nos fueron los abuelos, los tíos, los padres y la familia, y terminamos por enterarnos al leer una carta del cementerio pidiendo reducirlos por falta de espacio. Porque se nos fue la vida en ser jóvenes, y nunca nos dimos cuenta que las arrugas del viejo las causan el llorar y el reír, que no son más que vivir. Nos obnubilamos en el futuro, lo dimos todo a plazo, y al final nos quedamos vacíos.

Que no se nos olvide el mar en la ciudad, el valle en la playa, el río en el cerro, el amigo en el tren, lo que fuimos en lo que seremos. Que al fin y al cabo esto es todo lo que tenemos, y el tiempo que nos dan para atraparlo entre estas manos que siempre son muy pequeñas, se nos hace nada.

Saludos,

S.E., Mrcl. Eduardo Peñailillo B.