sábado, febrero 19, 2005

Un verano naranja.

Verano... En un post anterior escribí buena parte de lo que me desagrada de esta estación que, al pensarla, no puedo evitar que me traiga a la mente calor, sudor, e imposibilidad de dormir hasta que algo de brisa entre por mi ventana.

Hay quien dice que cuando el Festival comienza, es el síntoma más inequivoco de que el verano se acaba. Hoy, a unas cuantas horas de partir de viaje a Puerto Montt y de dejar por unos cuantos días de lado a Santiago, a mi cama, al centro y al computador; quiero hablar del vernao. Y de este verano.

Haciendo un resumen de mi pequeña existencia, podría dividir la historia de mis veranos en 2 categorías. La etapa "Cartagénica" (¿debo explicar que con ello me refiero a ese muy conocido, y para mi muy especial, balneario de la Quinta Región?) y la "departaméntica", término con el cual quiero decir que este agujero hobbit que habito era el centro de mis veranos, salvo 3... Valparaíso, San Antonio y Concepción. (Las giras de estudio no cuentan... Para mi el verano es enero y febrero; aunque por el calor, debería decir que es desde Noviembre a Marzo)

Sin embargo, estos dos últimos veranos han sido distintos, y aún no encuentro un término con qué encasillarlos; quizás porque necesito que pasen algunos veranos más para definirlos como etapa.

El verano anterior recuerdo haberme hecho una promesa. Tratar de ver a todos mis amigos al menos un día a cada uno. Casi lo logro. Bueno, el verano pasado tenía una cantidad de amigos a los que ver que no había tenido en otros veranos, por lo cual el tratar de cumplir aquella promesa me auguraba varias salidas. Recuerdo con especial cariño paseos en Ñuñoa con Khris, o aquellas fotos en el puente con Nata y Eliza, que estoy seguro se quedaron despiertas (como yo) hasta altas horas de la noche para ver a Lucybell.

Este verano también traté de hacer lo mismo. Creo que, en algunos casos, me esforcé menos que el año pasado. También este año la lista era más larga. Y en algunos casos, ciertos "errores de logística" (por decirlo de un modo muy caballeroso) impidieron esa intención. Pero bueno...

Verano 2004-2005... Empezó más tarde que para otros individuos conocidos; porque tuve la genial idea de seguir yendo a clases casi hasta el final, o más bien hasta ya cuando no iba nadie de mi curso, y nadie conocido de los otros cursos. Quedaron las reuniones del Padre, a las que seguimos yendo con Renato y Guillermo (Marco había desaparecido hacía meses antes... Y al Seba el calor le afecta la energía, jajaj) para vernos, para reírnos, para hablar y para pegarle a una pelota. En la última reunión nos reímos sobremanera; aunque cada uno tenía sus motivos, y de ello no supimos nada.

Verano para muchos es "carrete". Eduardo no es para nada un sujeto carretero. Puedo contar con los dedos de mi mano a las fiestas a las que he ido. Dos se sumaron en esta temporada de arena y sol. Una ida a la Blondie con Renato, de la cual tengo un recuerdo muy perdurable gracias al poster que Victoria pidió para mi... (Gracias) y también por todo lo bien que la pasamos, y por todo lo que bailé, y las canciones que grité, y los videos y canciones escuchadas del señor Morrissey. La segunda sería esa juntación en casa de la srta. Claudia, a la noche siguiente, donde la pasé bien en compañía de amigos y fue bueno.

Ahora me voy al sur, a salir de la ciudad. Pero salvo mi ida a Viña hace un par de días, no había salido de Santiago este verano. Como sagazmente dijo la srta. Marchant en una conversación, me la pasé en el centro. (No todos tenemos la oportunidad de irnos a un refugio de milicos en Palena por 30 lucas...) En Santiago, para ampliar el rango. Fui bastante al cine. El 2004 vi hartas películas, y este 2005 empezó con cuatro, si mi memoria no me falla. "Good bye, Lenin!" con don Jorge Romo (saludos; sé que postearás), "Malditos, la historia de los Fiskales Ad-Hoc" con Sandy (no voy a sacar la pantallita del clima, lo siento), "Los amantes del Circulo Polar" (la casualidad tan esperada, al fin...), y finalmente, "Actores secundarios" con la compañera Ninón. Creo que el carné de socio del Normandie se vence en abril; así que se aceptan compañías a ver pelis, y si tengo plata (Dios así lo quiera) hasta puedo invitar.

Pero no sólo de cine vive el hombre. El señor Morrissey llegó para quedarse en la banda sonora de mi vida, y un fin de semana de febrero su disco color rosa pálido, "You are the quarry", llenó con sus canciones corajudas y sus letras desafiantes las paredes de mi agujero hobbit. Espero nunca dejar de asombrarme con él.

Sí, escribí... Algunos cuentos, y otros tantos poemas son frutos del delirio provocado por la insolación de caminar tantas horas en este lugar. Pero sigo en deuda; muchas cosas están pendientes y me esperan. Así que quiero que me quede mucha vida para terminarlas. Más cuando tengo unas ideas muy buenas en algunos casos... Jejeje.

Camaradas de siempre, y compañeros de la nueva hora (sí, compañera...) me han acompañado estos días. A cada uno de ellos; mi afecto y mi gratitud. Aún con lo antisocial que soy, me gusta tratar de estar con mis amigos, aunque la mayoría de las veces sea cuando yo quiero. (ello producto de un 50% de egoísmo, y el otro 50% está explicado en "Irresponsables") Gracias por su tiempo, su afecto, sus risas y las sonrisas que pusieron en mi rostro.

Me alegro también de haberles regalado trozos de mi... Aún gastando doscientas lucas en transporte, como dice el Seba que hago. (El pasajero del mes para la línea 120... Con el desvío de Independencia, prefiero tomar micro en Fontova) Es algo que hago voluntariamente y de buena gana, parafraseando a Valentina.

Y así el verano... Así esta época tan detestada en ciertos momentos, pero que sé que también regala tanto. Podría haberlo aprovechado más, pero traté de hacer harto. Sé que me enrabié, se que lloré, sé que escribí. Sé que sonreí, sé que inventé, sé que alegré, sé que soñé.

Así quiero mi vida... La quiero entera, con todos sus ingredientes.

Y no me gustan los sucedáneos.

Me voy a la última parte de mi verano. Espero contárselas, en otro artículo de este pequeño lugar que esta semana adorné un poco.

S.E., Mrcl. Eduardo Peñailillo B.
"Como la flor que se niega a marchitar."

viernes, febrero 18, 2005

Irresponsables.

Sí, también podría escribir algo con este título que tenga relación a la canción esa de Babasónicos. Pero, para bien o para mal, no será así; y lo que escribiré no me será tan placentero, aunque quizás sea igualmente peligroso.

Irresponsables... Me explicaré.

Es por muchos sabido que soy un enojón, que mi rabia, aunque en general no dura más de un par de días, es fácil de que llegue. Pero creo que a veces tengo motivos para enojarme. Bueno, muchas veces me pasa que me enojo con mis amigos y amigas.

Sí; a través de esto me voy a descargar por muchos pequeños sucesos, que aunque fácilmente son superados, y claramente no son lo más importante, igual se me acumulan y necesito descargar. Creo que este es un buen modo de hacerlo.

Estoy harto de sus olvidos; estoy harto de que cuando me quiero juntar con muchos de ustedes se les olvide el día, la hora y el lugar. Estoy harto de que si me dicen "te voy a llamar" no llamen y ni siquiera pidan disculpas.

Me admito irresponsable. Para mi, el noventa porciento del tiempo, cuando me dicen que llegue a las once, llego a las doce. Pero llego.

Cómo explicar el sentimiento al llegar a un lugar y no ver a quien uno espera, y luego escuchar una excusa barata que no sabe andar, tipo "me quedé dormido", "me fui anoche a la playa", etc. Empelota. Y aunque alguien pueda enrostrarme que también me ha ocurrido en una ocasión, porque podría pasar, por último no cuesta nada avisar después y pedir disculpas.

O proponer alguna alternativa... Porque lo peor de todo es que no escucho ninguna después.

Sí creo que es hora de que haga un esfuerzo y un compromiso. Yo he de llegar a la hora a los lugares (vaya propósito... difícil, muy difícil) donde debo ir. También es parte de cumplir con la palabra dada. Pero por favor, y hago un pedido público: Si se van a juntar conmigo, lleguen... No anden corriéndose a última hora, o vendiéndome cuentos de vaqueros sin siquiera decir un "a ver, cuando podemos juntarnos otra vez".

Es que cansa tener que llevar el peso todo el tiempo... No lo voy a ocultar, muchas veces me siento así con gran parte de ustedes, amigos y amigas. Yo teniendo la iniciativa de juntarme con ustedes, de proponer lugares y cosas que hacer. Y aunque lo hago con gusto, porque me gusta verles, porque les tengo afecto, porque quiero verlos... No estaría mal también ver algo de iniciativa al otro lado. Aunque sé que sí algunos lo hacen.

He de añadir algo más a este artículo, por algo ocurrido esta noche. Pudiera ser que a alguien le molesten las ganas de juntarme con alguien, que le de lata encontrarse con este pendejo melodramático, que le incomoden o interrumpan sus planes; o hasta que me vea como una amenaza. No cuesta nada decirlo. Sí, ladro, pero no muerdo.

S.E., Mrcl. Eduardo Peñailillo B.
"Como la flor que se niega a marchitar."